Estoy participando en un nuevo espacio político dentro de la izquierda uruguaya. El grupo se denomina IR (o Ir, como verbo) y se identifica con el partido Frente Amplio (coalición de izquierda que es el actual partido de gobierno en Uruguay). Más información puede encontrarse en este artículo de La Diaria.

Este grupo lo conforman (por ahora) adultos jóvenes, algunos de los cuales vienen de distintas experiencias de militancia (sectores frenteamplistas, sindicatos, gremios estudiantiles, organizaciones de base), pero también gente que no pertenece o no ha pertenecido antes a espacios de este tipo. Una de las cosas que la agrupación se ha propuesto es aportar nuevos estilos de participación con mecanismos más horizontales y democráticos. En este sentido, se ha reconocido como central la comunicación por medios digitales y el uso de tecnologías que permitan participar de forma asincrónica. Es decir, participar y decidir sin estar todos en el mismo lugar y al mismo tiempo.


Si bien la mayoría son usuarios de Internet, no se puede decir que hay uno uso extendido y masivo de herramientas de participación y colaboración online. De hecho, creo que ninguno de los hasta ahora participantes ha tenido experiencias de ciberactivismo o política 2.0. Aunque algunos de ellos vienen de las redes frenteamplistas, un fenómeno que nació en Facebook y se materializó en varios eventos convocados por militantes no orgánicos durante la campaña electoral del 2009.

Me resultó interesante tomar algunas notas sobre las opiniones que fueron surgiendo en las distintas discusiones a la interna de este grupo sobre estas nuevas modalidades de participación política «virtual»:

1) Lo importante no son las herramientas que usemos, sino que estas herramientas faciliten el proceso de participación de tal manera, que nos resulten casi «invisibles».

2) Si queremos incluir a gente que está en el interior y el exterior del país, y si se pretende expandir el tiempo y el espacio de participación como un modo de democratizar, entonces tenemos que considerar que nuestro «demos» funciona en el espacio virtual y está conformado por una lista de correo que actualmente usamos y los usuarios registrados de una plataforma de colaboración.

3) Es importante construir mecanismos, protocolos, «etiqueta» de participación virtual.

4) Junto con ello, son imprescindibles los moderadores. Es decir, miembros del grupo con capacidad para identificar temas emergentes, sintetizar discusiones, cultivar procesos, acercar a personas y temas, identificar consensos y disensos.

5) Aunque solamente unos pocos sean los moderadores o los editores de contenido, todos tenemos que desarrollar competencias digitales, aunque la mayoría seamos unos «inmigrantes» en esto. Porque los medios de comunicación social se dominan a partir de estas competencias. Invertir en ello es aumentar la capacidad de empoderamiento social que los medios de comunicación masivos no generan.

6) La plataforma de trabajo online que estamos creando tiene que llegar a ser una herramienta de colaboración completa para los miembros del grupo y un portal de información significativa para la ciudadanía. Este último aspecto todavía no está desarrollado, pero no es algo que se le pide simplemente a un diseñador web y a un equipo de prensa, sino que se genera en colaboración con ellos. Hoy en día, la profesionalización de la comunicación política está cediendo frente a las posibilidaes de creación de contenidos por los usuarios, de forma descentralizada, en red. Y esto es parte del cambio que estamos buscando… o no?

8) Participamos con una lógica de red, no de grupo cerrado, de manera que el espacio de participación no es un ámbito totalizante, sino flexible. Se tiene que poder personalizar la «configuración de participación» que más les convenga a los distintos miembros de este espacio, según sus sensibilidades, sin que ello implique ni exclusión ni sobre saturación de información.

7) Algunos se preguntaban cómo vamos a hacer para conocernos mejor si se privilegia en algunos casos lo virtual por sobre lo presencial. Sin embargo, creo que tenemos que dejar de pensar en términos de una dicotomía virtual-real y pensar que las identidades de cada uno se constiuyen y retroalimentan en las dos dimensiones.

8) Transparencia: ¿quiénes somos, qué representamos? No estamos vendiendo jabón en polvo. La política en red no es un supermercado, sino, quizás, un marketplace, un posible espacio de articulación de sensibilidades. Queremos comunicarnos a partir de intereses y afinidades concretos sin buscar la masividad, sino la persuación a través de un estilo de propaganda como información, no como show mediático.