Categoría: Tec & Soc

  • Datos y privacidad en educación

    Datos y privacidad en educación

    pizarrón

    Quienes trabajamos diariamente en educación online sabemos lo importantes que son los datos. Todas las plataformas y herramientas educativas los recogen y todos los estudiantes y docentes que las usan dejan datos sobre su actividad a los cuales los administradores pueden acceder.

    ¿A qué datos nos referimos? Están los datos personales aportados conscientemente por los usuarios, como su nombre, correo electrónico y foto de perfil, algunos de los cuales son necesarios para utilizar las plataformas educativas. Otros datos los aportan los usuarios también de forma consciente durante las actividades de aprendizaje: mensajes en foros, contenidos de las tareas, entradas en blogs y wikis, respuestas a preguntas y tests, etc. Finalmente, hay datos que producen al usar las herramientas, pero sin percibir claramente que están dejando una huella con cada click: hora y fecha de acceso, duración de la sesión, historial de navegación de los recursos educativos, etc. El conjunto de todos estos datos -los que los usuarios proveen consciente e inconscientemente- genera un completo perfil individual del estudiante que puede ser analizado por docentes y administradores.

    ¿Cómo usamos la información de esos perfiles en educación? La usamos tratando de mejorar la experiencia educativa y la atención a nuestros estudiantes. Pero tampoco sobrevaloramos la utilidad de los datos: sabemos que el proceso de aprendizaje no pasa principalmente por ahí y que más allá de su perfil «estadístico», cada alumno es un mundo, con todas sus complejidades como persona.

    Más allá de sus beneficios, debemos entender los límites en el uso de los datos educativos: ¿hasta qué punto deberíamos «rastrear» la actividad de nuestros alumnos, qué datos deben guardarse y por cuánto tiempo? ¿Cómo informamos a los estudiantes (o a sus padres, en caso de ser menores), de las políticas de privacidad y condiciones de uso de las herramientas que usan? ¿Hasta qué punto es ético usar esos datos para disciplinar y moldear la forma en que los alumnos aprenden? (por ejemplo, determinando su acceso a ciertos contenidos de acuerdo a su perfil o rendimiento previo, entre otras muchas maneras de «automatizar» premios y castigos).

    Una primera respuesta es bastante evidente: solamente debemos recoger aquellos datos que hacen a la actividad educativa del estudiante dentro de la plataforma. Estos datos quedan resguardados bajo nuestra responsabilidad, no los debemos compartir con terceros ni desviar su uso a otros fines (esto es claro según la mayoría de las leyes de protección de datos personales). Además, no debemos guardar sus datos para siempre; solo mientras son pertinentes para la prestación educativa. Y, lo que me parece fundamental, debemos supeditar las decisiones que se tomen a partir de estos datos al respeto por la autonomía y los derechos de los alumnos y sus procesos de aprendizaje únicos y personales.

    En el caso de que avanzara el acuerdo para el uso de Google Apps for Education en el Plan Ceibal, las preguntas se multiplican y se hacen más exigentes. Primero, no estamos hablando de una herramienta específica para educación. El correo electrónico, por ejemplo, es un medio para la comunicación privada entre personas. Es una herramienta no para el aula, sino para la vida. La cantidad de datos, de historias, de relaciones, de las que da cuenta una casilla de correos personal, es enorme. Los datos que custodia Google -bajo jurisdicción extranjera- son datos mucho más amplios que los que se recolectan en una plataforma educativa. Estos datos serán manejados por un tercero ajeno a la educación pública. Ese tercero es una corporación multinacional que basa su modelo de negocios en la explotación de datos, no en la educación.

    Pero a veces, cuando se habla de quién debe velar por la privacidad de las comunicaciones online de los alumnos, incluso cuando utilizan herramientas que se promueven desde una institución educativa, la responsabilidad se pone, en última instancia, del lado de los propios alumnos, dado que son los «dueños de los datos», como argumenta Cristóbal Cobo en esta entrevista. Los alumnos deciden qué información guardan o borran de «la nube» y por eso, parece que son ellos quienes deben «cuidarse», incluso en aplicaciones de mensajería o correspondencia privada.

    La solución pasaría por «educar» a los usuarios desde niños en el manejo de su privacidad para que no se expongan demasiado, ¡en lugar de impedir que las multinacionales exploten su exposición! Incluso, cuando no se dan cuenta de que se están exponiendo (recuerden la diferencia que señalé entre los datos que se proporcionan conscientemente, y los que no).

    Además, se considera que la mejor escuela para esto, son las mismas plataformas que están comerciando con la privacidad de los usuarios desde hace años, basando su modelo de negocios y su poderío en el uso intensivo y casi ilimitado de los datos personales. Pero hete aquí que son los usuarios individuales y aislados -en este caso, niñas y niños- quienes «tienen que aprender» a ser discretos hasta en sus comunicaciones privadas. Evidentemente, hay que educar en el cuidado de la privacidad y seguridad en línea. Pero mucho más importante que la responsabilidad individual -que la hay- es la responsabilidad de las corporaciones e instituciones, que son los actores con capacidad de diseñar el ambiente en el que los usuarios individuales  se comunican.

    En síntesis: en el acuerdo para implementar Google For Education en el Plan Ceibal se van a ofrecer aplicaciones que van mucho más allá del uso educativo, que no serán provistas por una entidad educativa sino por una empresa dedicada a la explotación de datos personales, y se insinúa que han de ser los propios alumnos los que defiendan su privacidad, al elegir que guardar y qué no guardar en sus cuentas. Debemos ser conscientes, además, de que la ley de protección de datos personales no podrá ser aplicada por estar los datos alojados bajo jurisdicción extranjera.

    Por estos y otros motivos es que este acuerdo no debe implementarse en la educación pública uruguaya. El sistema educativo debe ofrecer a sus alumnos opciones para salirse de los jardines vallados controlados por las corporaciones globales de la información. Estas opciones deben estar basadas en software libre, deben contar con una política de privacidad clara y alojar los datos en jurisdicción nacional, donde los estudiantes pueden ejercer su derecho a la protección de datos.

     

  • Cinismo tecnológico

    Cinismo tecnológico

    Snowden contra el tecno-cinismo
    Snowden contra el tecno-cinismo: «Argumentar que no te importa el derecho a la privacidad porque no tenés nada que ocultar,  no es diferente de decir que no te importa la libertad de expresión porque  no tenés nada que decir».

    Cuando hablamos de actitudes políticas frente a las nuevas tecnologías, se suele ubicar a la gente entre dos polos: el tecno-optimismo (los «integrados») y el tecno-pesimismo («los apocalípticos»).

    Un ejemplo de estos últimos lo encontramos en el apocalíptico Umberto Eco. Al leer sus entrevistas recientes, una se pregunta cómo alguien tan brillante, con herramientas críticas tan desarrolladas, puede caer en análisis tan determinados por su miedo. Miedo a que las nuevas voces que aparecen en la red extingan la voz (autoritaria) de una élite intelectual «autorizada» a saber y hablar.

    Ejemplos de tecno-optimismo se ven todos los días entre los gurús tecnológicos de moda, en incontables charlas TED, en la retórica startupera made in Silicon Valley derramada por todos lados, pregonando inteligencia en todo, desde los teléfonos y los relojes, a ciudades enteras. Por supuesto, cualquier cambio social lo explica la tecnología, y es así que la revolución la haremos en Twitter, o no la haremos.

    Me caen mejor los tecno-agnósticos, como se autodenomina Evgeny Morozov, capaces de ejercer una crítica seria y sensata frente a los tecno-optimistas. Pero no una crítica conservadora y por lo tanto inmovilizante, como la del apocalíptico. Por el contrario, este tipo de crítica sirve como base a la tarea de los tecno-activistas, como los describe Cory Doctorow: gente que lucha para que la tecnología sirva al bien común.

    Cory Doctorow. Foto: eldiario.es bajo licencia CC-BY-SA
    Cory Doctorow. Foto: eldiario.es bajo licencia CC-BY-SA

    Creo que el término tecno-optimista o tecno-utópico lo usa gente determinista. Yo no lo soy. No me interesa pensar en qué es buena la tecnología, sino en cómo podemos intervenir nosotros para mejorar su uso: si eres pesimista y piensas que la tecnología nos restará libertad, deberíamos levantarnos cada mañana y hacer algo para prevenirlo… Y si eres optimista y piensas que la tecnología va a hacer el mundo mejor, levántate también y haz que sea así. El determinismo es vago. Suicídate si piensas que no podemos cambiar cómo usamos la tecnología actualmente. Yo soy un tecno-activista, sea pesimista o optimista. Cory Doctorow, en entrevista con eldiario.es.

    Pero el tecno-activista se las ha de ver con una nueva corriente de opinión: la del tecno-cínico, alguien muy distinto al tecno-pesimista, y mucho más complejo.

    El tecno-cínico no va a negar el enorme peso de los monopolios corporativos sobre la tecnología y el conocimiento, ni se va a animar a decir que la demostrada vigilancia global de las comunicaciones es un mito, ni va a hacerse el desentendido cuando se le explica cómo los algoritmos se meten en lo más profundo de nuestras vidas individuales y colectivas sin que lleguemos a percibirlo. Simplemente va a decir que lo que le importa es la mejor tecnología al mejor precio, que la privacidad ya no le interesa a nadie, y que los algoritmos hace tiempo vienen moldéandolo todo y recién ahora nos avivamos… ¡qué giles! El tecno-cínico sabe lo que todos sabemos y mucho más, y por eso nos puede decir, con conocimiento de causa, que todo está perdido y que entonces nos relajemos y disfrutemos, porque no nos queda nada más para hacer.

    Cuando cuestionamos un acuerdo anunciado por ANEP (el organismo que rige la educación pública en Uruguay) entre Google (uno de los mayores monopolios tecnológicos del mundo) y el Plan Ceibal para dar «gratis» herramientas de Google a docentes y alumnos de todo el sistema, el cínico tecnológico nos va a tratar, una vez más, de giles. Así es: cuando el tecno-cínico te habla, se está burlando de tu inteligencia y va a tratar de ubicarte en una o más de las siguientes categorías (que tomo y reformulo a partir de este post de Jorge): tecno-ingenuo, tecno-hipócrita y tecno-extremista.

    Será etiquetado como tecno-ingenuo quien no se da cuenta de que un país como el nuestro -el pequeño Uruguay- es incapaz de desarrollar servicios tecnológicos «a la altura» de las excelentes herramientas de Google1. Es más, ni siquiera tenemos por acá la capacidad de explorar y elegir entre esas y otras herramientas, tanto nativas como foráneas. También somos tecno-ingenuos por pretender que se puede hacer algo por fuera de «la nube» (ay, cómo le encanta al tecno-cínico decir «la nube» en vez de la web o Internet, palabras tan pasadas de moda). Pero si le decimos al tecno-cínico que preferiríamos tecnologías P2P y software libre, nos pasará a la segunda categoría o segundo círculo de este tecno-infierno del Dante: la de los tecno-hipócritas.

    No existe la nube. Vía: http://colegota.fotolibre.net/2014/12/28/no-existe-la-nube/
    No existe la nube. Vía: http://colegota.fotolibre.net/2014/12/28/no-existe-la-nube/

    Porque claro, usamos Gmail y Google Drive. Amamos sus interfaces luminosas y la fluidez con que responden (cuando tenemos buena conexión). Nos acostumbramos a no recibir spam (y perdernos algunos mensajes importantes también) y a que no se nos «llene la casilla» (hasta que se llena, y entonces, previo pago, podemos agrandarla). Nos encanta que Google prediga rápidamente a quién le queremos escribir un correo o compartir un documento (¿cómo hará para «adivinar»?). Nos fascina tanto, que nos olvidamos que para ofrecernos publicidad «contextualizada» Google lee literalmente nuestra correspondencia privada. Al tecno-cínico, que promulga a los cuatro vientos que no le importa la privacidad, le resulta muy fácil decir que somos hipócritas por usar todas estas fantásticas herramientas, mientras nos quejamos de ellas.

    Pero yo le digo al ciber-cínico que aunque ya le entregué mi sociabilidad a Facebook, nadie me obliga a hacer lo mismo en Google+ (plataforma de red social estupenda, que por cierto no usa nadie), que un asistente personal tan eficaz como Google Now me pone demasiado nerviosa como para instalarlo en mi celular a pesar de las constantes intimaciones a que lo haga, y que ya me cansé de que me personalicen las búsquedas según unos patrones que la gran G considera pertinentes y que yo desconozco (y por eso uso otro buscador). Ah, bue… ¡me estoy convirtiendo en una tecno-extremista!

    Porque de hecho, hace cuatro años que me pasé enteramente a Linux Mint (que como no es Debian, el tecno-cínico me manda de nuevo al círculo de los tecno-hipócritas). Porque cuando participo en un colectivo, trato de convencer a mis compañeros de que usemos las tecnologías más soberanas que tengamos a nuestro alcance. Porque a mis clientes les recomiendo herramientas libres que andan bien, como Moodle y WordPress, que en gran parte son las que me permiten trabajar y tener de qué comer. Porque sigo explorando otras herramientas que respeten mis derechos hasta que logre apropiármelas y aprender a usarlas. Sí, soy una tecno-extremista, casi una ludita que pretende mantener a mi país y a sus niños en el oscurantismo y el atraso.

    Ha habido muchas personas participando en este debate de buena fe, opinando favorablemente al acuerdo Google-Ceibal con argumentos, sin caer en actitudes cínicas. Pero el tecno-cínico no dudará en juzgar cualquier voz crítica como tecno-ingenua, tecno-hipócrita o tecno-extremista, según le convenga, para quedar bien frente al auditorio. De esta manera, no logra otra cosa que hacer propaganda a favor de la postura más cómoda y más dañina: la indiferencia. Me denunciará a mí, y a los más de 200 profesionales de la educación y la tecnología que firmamos esta declaración, de querer desacreditar al Plan Ceibal y frenar sus avances, o simplemente nos acusará de picapiedras.

    Le responderemos que, si estamos tan enojadas y enojados, es porque el Plan Ceibal nos sigue pareciendo una política pública que queremos y debemos defender. Porque fue una idea brillante que se hizo realidad y casi nos volvemos todos tecno-optimistas devotos ni bien escuchamos hablar de que cada gurí tenía que tener su propia compu para ir a la escuela. Y porque no somos ni tecno-pesimistas ni tecno-cínicos. Somos tecno-activistas con la cuota justa de tecno-agnosticismo, y creemos que el futuro está abierto y en disputa.



    1. Pero fíjense en la tecnoingenuidad del tecno-cínico al creer que es «gratis» para el país usar Google For Education en el Plan Ceibal. En los últimos años, Uruguay ha hecho una inversión sin precedente en telecomunicaciones, entre el cable submarino Maldonado – Las Toninas y la extensión de la fibra óptica por el territorio. Es esta infraestructura la que permite que nos conectemos con comodidad a la poderosa «nube» de Google y la que brinda una mejor conectividad a las computadoras del Plan Ceibal para hacerlo (recordemos que las primeras ceibalitas estaban pensadas para ser usadas incluso con escasa conectividad, al tener las aplicaciones educativas instaladas y la posibilidad de trabajar colaborativamente en el aula mediante una red mesh). Es decir que, en resumidas cuentas, pasar a la gran nube de Google, fue algo que sí requirió inversión pública. aunque previa. 
  • A la opinión pública, sobre acuerdo ANEP-Ceibal con Google

    google

    Como docentes, investigadores y profesionales dedicados a la Educación y la Tecnología, ciudadanas y ciudadanos uruguayos, queremos manifestar públicamente nuestra preocupación sobre el acuerdo promovido desde el Plan Ceibal y la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP) que posibilitaría el uso de sistemas de comunicación y almacenamiento ofrecidos por la empresa Google a estudiantes y docentes del Sistema Educativo Uruguayo, tanto público como privado.

    A través de este acuerdo, la ANEP y Ceibal promueven que la información personal que se genera en el uso de estas herramientas por parte de profesores, estudiantes, jóvenes y niños, quede almacenada en servidores que están fuera del Uruguay y en la órbita legal de los EEUU, fuera de la Jurisdicción Nacional y de la competencia de nuestros jueces.

    La revelación de la vigilancia generalizada en Internet llevó al estado uruguayo a asegurarse que la Administración Pública utilice únicamente recursos informáticos soberanos, situados en el territorio nacional. Así como el decreto 92/014 considera las comunicaciones del Estado central dignas de protección, nosotros consideramos que los mismos derechos deberían ser extendidos, por parte de las autoridades de toda la Educación Pública, a quienes estudian y trabajan en ella.

    Hasta el momento no existe información clara, ofrecida institucionalmente a la ciudadanía, respecto a:
    1- cómo se tomó la decisión;
    2- qué políticas educativas y tecnológicas justifican esta decisión;
    3- quiénes participaron de la toma de decisión;
    4- en qué órganos de gobierno fue refrendado;
    5- cuáles son los alcances del acuerdo;
    6- cuáles son las etapas y compromisos que involucra a corto y mediano plazo, desde el punto de vista institucional, pedagógico, económico y tecnológico;
    7- cuáles son las políticas respecto a la privacidad de los datos personales, y en particular de los datos sensibles, que se han tomado para preservar la integridad de los usuarios.

    La falta de claridad en cuanto a los fundamentos pedagógicos de la decisión genera serias dudas respecto a los supuestos beneficios que el uso del sistema de comunicación y almacenamiento de Google aportará al Sistema Educativo.

    Estos beneficios no son evidentes en lo que respecta a lo estrictamente educativo. Según declaraciones del Presidente de ANEP, Prof. Wilson Netto, con esta iniciativa se “están explorando nuevas formas de construir aprendizajes”, haciendo hincapié en que los servicios contratados no tendrán costo para el Estado ni para los usuarios (1). No parece sin embargo bien fundamentado el uso de las herramientas de correo y almacenamiento en nube de Google como tecnologías educativas, ya que de por sí no lo son.

    Por otra parte, de acuerdo a la noticia compartida en la página del Plan Ceibal, el acuerdo incluiría también el acceso a contenidos educativos de la tienda on-line Google Play for Education (2). Las aplicaciones educativas de dicha tienda de Google sólo pueden ser instaladas en dispositivos comercializados o autorizados por Google (3). ¿Cómo se podrá acceder a los contenidos de Google Play for Education desde los dispositivos que Ceibal ha distribuido hasta ahora?

    Los beneficios para el país no quedan claros, pero sí pueden identificarse los beneficios que este acuerdo le aporta a la estrategia comercial de Google. Es conocido que el modelo de negocio de Google se basa en la entrega de servicios gratuitos a cambio de datos que serán usados para generar perfiles de usuario de forma automatizada y, en base a cada perfil, ofrecer publicidad de diferentes formas.

    Google ha enfrentado en los últimos años numerosas demandas en los Estados Unidos por violación de leyes federales (Family Educational Rights and Privacy Act, FERPA) que involucran la privacidad de los estudiantes usuarios de la plataforma Google Apps for Education. En particular se constató que la mencionada empresa procesaba los correos electrónicos de los estudiantes, para luego ofrecerles publicidad personalizada (4), pese a que esta funcionalidad estaba deshabilitada en la mencionada plataforma.

    Eric Schmidt, presidente de Google, declaraba: «Si haces algo que no quieres que nadie sepa, quizás ante todo no tendrías que estarlo haciendo» (5), equiparando así el ejercicio de la privacidad con una presunción de culpabilidad. Nos parece importante romper con la lógica de lo impuesto, de que la privacidad no es un bien, del “yo no tengo nada que esconder”. Es deber del Estado no sólo defender este valor, sino también educar en las consecuencias del uso de las tecnologías. El Presidente del Plan Ceibal, Ing. Miguel Brechner, ha manifestado públicamente su desconocimiento respecto al uso que Google hará de todos los datos que generen los usuarios y de cuáles serán las garantías que esta empresa brindará al cúmulo de datos personales de nuestros estudiantes y docentes (6). Hacemos particular énfasis en lo preocupante de estas declaraciones, provenientes de un jerarca del gobierno y referente en temas tecnológicos.

    El Ing. Brechner argumenta que la adopción de las herramientas de Google será un acto voluntario de los usuarios (7), y con este argumento parece eximir de responsabilidad institucional en los alcances de este acuerdo al Plan Ceibal y a la ANEP. Aunque desconocemos los términos y condiciones negociados en este caso particular, sabemos que la forma de operar usual de Google consiste en que cada usuario deba aceptar un contrato de adhesión, que Google se reserva el derecho de modificar, y que no es negociable. Esto dejaría a los usuarios a merced de las condiciones que imponga la empresa, y a Ceibal y ANEP en el rol de simple intermediario técnico.

    Resulta evidente que no es lo mismo el uso individual de las herramientas de Google que su impulso a nivel institucional y estatal. En este caso estamos ante un acuerdo que propicia el uso de las herramientas de Google en el sistema educativo de todo un país. Pretender que el uso o no del servicio, la aceptación o no de las condiciones del mismo, es un acto voluntario del niño o de sus padres es una falacia y una renuncia del Estado a asumir sus responsabilidades respecto a las herramientas que promociona, en particular en términos de autodeterminación informativa y, por ende, de garantías a los ciudadanos.

    En lugar de destinar recursos para impulsar el desarrollo local de un sistema contextualizado a las reales necesidades de nuestra educación -definidas por expertos en pedagogía- con almacenamiento de los datos en territorio uruguayo y bajo la protección de las leyes de nuestro país, preservando la privacidad de los usuarios, se opta por una solución engañosamente rápida y gratuita en términos monetarios, que tiene como resultado la cesión de los datos de los usuarios a una empresa multinacional. Nos preguntamos, por lo tanto, si existen en realidad políticas definidas en términos de educación y soberanía tecnológica.

    Desde el Plan Ceibal las cuestiones de selección de herramientas tecnológicas se ha tratado desde una visión pretendidamente “neutra”, sin embargo, la tecnología no es neutra; implica una elección de principios y tiene consecuencias que van más allá de su funcionalidad o gratuidad. Creemos que llegó la hora de pensar el tema desde una concepción de políticas institucionales de Estado o, cuando menos, a nivel de la Educación Pública, con énfasis en educación y soberanía tecnológica y el cuidado de los datos.

    Mientras tanto, resulta imprescindible que exista una discusión pública sobre las siguientes preguntas: ¿Se ha estudiado la posibilidad de utilizar, extender o construir una plataforma nacional o regional que provea servicios similares? ¿La ANEP tendrá control sobre el uso de los contenidos y datos alojados en la plataforma de Google Apps for Education?, ¿Cuáles son los beneficios que el uso de los servicios de Google aportarán al Sistema Educativo? ¿Es posible auditar a Google? ¿Existe riesgo de que este acuerdo derive en que las políticas tecnológicas de nuestro Sistema Educativo se hagan dependientes de Google, desde las herramientas de comunicación hasta las aplicaciones educativas y las laptops? ¿Qué políticas de inclusión de tecnología en educación queremos implementar a nivel país? ¿Quién debe decidir estas cuestiones?

    Dejamos planteadas todas estas preguntas, esperamos que se reconsidere la decisión tomada y solicitamos que se habilite una instancia de discusión del tema a nivel institucional y ciudadano.

    Lorena Etcheverry (Docente, Facultad de Ingeniería – UdelaR)
    Virginia Rodés (ProEVA, Comisión Sectorial de Enseñanza – UdelaR)
    Patricia Díaz (Docente, Facultad de Ingeniería – UdelaR)
    Mariana Fossatti (Docente, Centro Cultural Ártica)
    Jorge Gemetto (Docente, Centro Cultural Ártica)
    Gustavo Garcia Lutz (Investigador Independiente, Abrelibros.org)
    Daniel Viñar Ulriksen (Comisión Sectorial de Investigación Científica – UdelaR)
    Juan Pablo García (Facultad de Ingeniería – UdelaR)
    Diego Pons (CSIC-UI – UdelaR)
    Christian Rodriguez Piemonte (Facultad de Psicologia – UdelaR)
    Enrique Amestoy Bassi (Comisión Sectorial de Investigación Científica – UdelaR)
    Rodrigo Barbano (Creative Commons Uruguay)
    Ada Czerwonogora (Facultad de Enfermería – CURE – UdelaR)
    Alén Pérez Casas (Facultad de Ciencias Sociales – UdelaR)
    Jorge Suárez (Facultad de Psicología – UdelaR)
    Luis Alonzo Fulchi (Comisión Sectorial de Enseñanza)
    Eduardo Grampín Castro (Facultad de Ingeniería – UdelaR)
    Mario Madera (Egresado Facultad de Ingeniería – UdelaR)
    Gregory Randall (Profesor, Facultad de IngenierÍa – UdelaR)
    Fernando Carpani (Docente, Facultad de Ingeniería – UdelaR)
    Sylvia da Rosa (Facultad de Ingeniería – UdelaR)
    Juan Diego Campo (Facultad de Ingeniería – UdelaR)
    Gustavo Villa (Desarrollador – Investigador Independiente)
    Matías Jackson (Abogado – Investigador Independiente)
    Victor Viana Céspedes (Regional Noreste – UdelaR)
    Rodrigo Fereira (Regional Noreste – UdelaR)
    Danilo da Rosa (Comisión Coordinadora del Interior – UdelaR)
    Ignacio Irigaray (Facultad de Ingeniería – UdelaR )
    Gustavo Piñeiro (Facultad de Ciencias – UdelaR)
    Elena Saccone (Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación – UdelaR)
    Fernando Uval (DATA)
    Natalia Correa (Docente, UdelaR)
    Alejandro Nader (Docente, Investigador, Facultad de Arquitectura. Intendencia de Montevideo)
    Alvaro Rettich (CESoL, Ingeniero en Computación en Intendencia de Montevideo)
    Tomás Laurenzo (Prof. Adjunto, Facultad de Ingeniería, UDELAR)
    María Luisa Tosi Zás (Docente de Informática Jurídica F.Der. UdelaR – a título personal-
    Aiala Rosá (Instituto de Computación – Facultad de Ingeniería – UdelaR)
    Marco Scalone (Centro de Estudios de Software Libre, Intendencia de Montevideo)
    Pablo García (CURE – UdelaR)
    Alberto Finozzi (CURE – UdelaR)
    Analía Gorgal (Egresada Facultad de Ingeniería – UdelaR)
    Santiago Castro (Instituto de Computación – Facultad de Ingeniería – UdelaR)
    Federico Lecumberry (Facultad de Ingeniería, UdelaR)
    Sebastián Santana
    Carlos Dárdano (Gerente, División Informática, Instituto Nacional de Colonización)
    Nicolás Conde (Obras Sanitarias del Estado).
    Ismael Castagnet (CESoL)
    Fernando Rey (Egresado Facultad de Ingeniería – UdelaR)
    Martin Llofriu (Facultad de Ingeniería – UdelaR)
    Leonardo Trujillo (Docente CES y CETP, CESoL)
    Martin Randall (Estudiante, Federacion de Estudiantes Universitarios del Uruguay)
    Javier Baliosian (Docente, Facultad de Ingeniería – UdelaR)
    Pablo Ezzatti (Docente, Facultad de Ingeniería – UdelaR)
    Regina Motz (Docente, Facultad de Ingeniería – UdelaR)
    Gabriel Laborda (La Hora Verde, UniRadio)
    Danilo Espino (Docente, Facultad de Ingeniería – UdelaR)
    Federico Andrade (Docente, Facultad de Ingenieria – UdelaR)
    Fernando Fernández (Docente, Facultad de Ingenieria – UdelaR)
    Hermann Steffen (Profesor, Facultad de Ingeniería – UdelaR)
    Daniel Calegari (Docente, Facultad de Ingeniería, UdelaR)
    William Juan Mariño Brandon (Periodista)
    Soledad Cavada (Docente de Informatica, ANEP)
    Federico Rodriguez Teja (Instituto de Computación – Facultad de Ingeniería – UdelaR)
    Nicolás Rivero (Docente, Facultad de Ingeniería, UdelaR)
    Ignacio Ramirez (Docente, Facultad de Ingeniería, UdelaR)
    Alejandro Gutierrez Tovagliare (Docente, Facultad de Ingeniería, UdelaR)
    Ernesto Dufrechou (Docente, Facultad de Ingeniería, UdelaR)
    Mauricio Sosa Giri
    Marcos Viera (Docente, Facultad de Ingeniería, UdelaR)
    Carlos Luna (Docente, Facultad de Ingeniería, UdelaR)
    Silvia Fandiño (Ingeniera en Informática)
    Gabriel Lopez (Docente, Facultad de Ingeniería, UdelaR)
    Alberto Pardo (Docente, Facultad de Ingeniería, UdelaR)
    Omar Viera (Docente, Facultad de Ingeniería, UdelaR)
    Juan Magrini (Facultad de Ingeniería – UdelaR)
    Felix Nicolas Rivero (Egresado, Ing. Ind. Plan 1947, Facultad de Ingeniería, UdelaR)
    María Elena Rodriguez Petrocelli (Ingeniera Industrial UdelaR, Ex. Docente de la Facultad de Ingeniería UdelaR. Licenciada en Artes, Artes Plásticas y Visuales UdelaR)
    Federico La Rocca (Docente, Facultad de Ingeniería, UdelaR)
    Pablo Monzón (Docente, Facultad de Ingeniería, UdelaR)
    Pedro Piñeyro (Docente, Facultad de Ingeniería – UdelaR)
    Rodrigo Dearmas (Facultad de Ingenieria – UdelaR)
    Gabriela Dobal (Maestra)
    Javier Rodriguez (Facultad de Ingenieria, Udelar)
    Gabriel Eirea (Facultad de Ingeniería, UdelaR)
    Ismael Luceno
    Horacio López Barrios (Gaetana Commons)
    Juan Carlos Siri Chapuis (Arquitecto)
    Marcelo Rocío Robatto (BROU)
    Alexis Capobianco Vieyto (Docente de Filosofía, ANEP)
    Ricardo Fritsch (Associação Software Livre.Org
    Integra a RISoL – Rede Internacional de Software Livre – www.risol.org)
    Jose Miguel Barone (CESoL, Ing Comp, Intendencia Montevideo)
    Mayra Ramos (Ingeniera en Computación, Intendencia de Montevideo)
    Virginia Ros (Ingeniera en Computación, Intendencia de Montevideo)
    Victoria Agazzi (Ingeniera en geomática – UPV)
    Soledad González Baica (Politóloga)
    Claudina Rattaro (Docente, Facultad de Ingeniería, UdelaR)
    Carlos Testuri (Docente, Facultad de Ingeniería, UdelaR)
    Gabriel Gomez Sena (Docente, Facultad de Ingeniería, UdelaR)
    Facundo Benavides (Docente, Facultad de Ingeniería, UdelaR)
    Guillermo Calderon (Docente, Facultad de Ingeniería, UdelaR)
    Alejandro Gutiérrez Arce (Docente, Facultad de Ingeniería – UdelaR)
    Franco Robledo (Docente, Facultad de Ingeniería – UdelaR)
    Italo Bove (Docente, Facultad de Ingeniería – UdelaR)
    Adriana Marotta (Docente, Facultad de Ingeniería – UdelaR)
    Gabriel Delacoste (Docente, Facultad de Ciencias Sociales, UdelaR)
    Cecilia Apa (Docente, Facultad de Ingeniería, UdelaR)
    Sebastián Pizard (Docente, Facultad de Ingeniería, UdelaR)
    Hebenor Bermudez (Docente, Facultad de Ingeniería, UdelaR )
    Sandra Kahan (Docente, Facultad de Ingeniería, UdelaR )
    Mónica Martinez (Docente, Facultad de Ingeniería, UdelaR )
    DATA (Uruguay)
    CESoL
    Derecho a la Cultura

    CITAS:
    (1) http://www.presidencia.gub.uy/…/anep-plan-ceibal-acuerdo-ap…
    (2) http://www.ceibal.edu.uy/…/Lanzamiento-Google-Apps-for-Educ…
    (3) https://www.google.com/edu/products/devices/
    (4) http://safegov.org/…/google-admits-data-mining-student-emai…
    (5) Citado por https://aralbalkan.com/, 21’30» en el video «The Camera Panopticon»
    (6) https://twitter.com/mbrechner/status/602572219923959808
    (7) Miguel Brechner (presidente del Plan Ceibal): “Es muy importante que no haya obstáculos para el uso de la tecnología”. En Perspectiva, mayo 25, 2015. http://www.enperspectiva.net/…/miguel-brechner-presidente-…/

  • El ingreso de Google en el Plan Ceibal: una mirada crítica (entrevista radial)

    Se conoció hace poco en Uruguay la noticia de que el «Plan Ceibal suma herramientas de Google para potenciar el trabajo de docentes y estudiantes». ¿Pero son las herramientas del gigante de la información las adecuadas para introducir mejoras en el Plan Ceibal y en la educación en general?

    La oferta de Google se materializa en un acuerdo con la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP) y Ceibal. Mediante este acuerdo, los estudiantes de primaria y secundaria, tanto en educación pública como privada, accederán a cuentas de Gmail y Google Drive ilimitadas a través de Google Apps for Education. Este conjunto de herramientas de Google que se ofrece como producto a instituciones educativas, estará disponible gratuitamente para los estudiantes de Uruguay a través del Plan Ceibal.

    En estos días, varias voces críticas desde quienes trabajan en educación y tecnología han reaccionado frente a este supuestamente maravilloso acuerdo que lo soluciona todo. Nuevamente, una herramienta tecnológica específica, de una empresa específica, se presenta como una automática mejora de la educación en su globalidad y complejidad.

    Desde sus inicios, el Plan Ceibal apostó por trabajar junto con Antel (la empresa telefónica estatal), la Universidad pública, la comunidad del software libre, la comunidad educativa entusiasta de las TIC y muchos otros actores sociales, para crear un entramado de servicios, aplicaciones y soporte a un proyecto estratégico para el país. La enorme acogida que tuvo Ceibal, convertido en una bandera de inclusión digital, social y educativa, tenía que ver, en mi opinión, con un proyecto que podía empujar desarrollos más ambiciosos que la mera distribución de laptops. Y las primeras laptops que se entregaron -las XO que aquí llamamos «ceibalitas»- son mucho más que unas máquinas compradas mediante licitación al mejor oferente. XO y el sistema operativo Sugar representaron una oportunidad de encarar el proyecto Ceibal desde una perspectiva independiente de las corporaciones y más cercana a la soberanía tecnológica.

    Con el correr del tiempo, vimos que no había desde Ceibal una política definida en cuanto a libertad de software, soberanía tecnológica o recursos educativos abiertos. Hay iniciativas, sí, pero que conviven y compiten con sus opuestos basados en software y contenidos privativos. La política de Ceibal es la prestación de un servicio tecnológico a la educación, sin mayores definiciones ideológicas o políticas. Y quien crea que esas definiciones no afectan a la tecnología, se equivoca.

    Hoy, tras casi una década, vemos ingresar en el Plan Ceibal a la más gigantesca de las corporaciones tecnológicas. Si creemos que esta movida aparentemente conveniente para el país y altruista por parte de la empresa, es únicamente un desinteresado aporte, otra vez nos equivocamos. Como el propio Miguel Brechner -presidente de Ceibal- lo ha dicho, no se ve con  malos ojos que Google participe de licitaciones para la compra de laptops. Sus Chromebooks, que están diseñadas para funcionar conectadas permanentemente con los servicios online de Google para lo cual hay que tener sí o sí una cuenta de Gmail, podrían ser la próxima generación de ceibalitas. De hecho, Google ya identificó que el principal mercado para sus portátiles es el sector educativo.

    Con esta opción, se da un paso en la dirección opuesta respecto de la soberanía tecnológica en el Plan Ceibal. Además, se permite que sea Google quien defina, desde su «nube», las tecnologías que usarán nuestros estudiantes. Sin mencionar que esta empresa, con sede en Estados Unidos, será la encargada de manejar toda la información de alumnos y docentes que usen su plataforma, aunque el presidente de Ceibal admite desconocer qué se haría con estos datos.

    Sobre estos dos problemas: el de la soberanía tecnológica y el del control de los datos personales, hablo en la entrevista que me hicieron desde Radiolugares Carmelo.

     

  • Wikigualdad: ¡hágala usted misma!

    En estos días se discute mucho sobre la bajísima participación de las mujeres en la Wikipedia. Es un fenómeno sorprendente y desolador. ¿Cómo es posible que una enciclopedia abierta, participativa, que cualquiera puede editar y que aparentemente no tiene barreras de entrada genera semejante nivel de exclusión? Ni siquiera parece estar relacionado con la complejidad tecnológica, porque la edición de Wikipedia es intencionalmente sencilla, no es un juguete para geeks. El botón «editar este artículo» invita explícitamente a todos, y todas, a modificar y mejorar la enciclopedia. (más…)

  • Slavoj Žižek habla de computación en la nube y privatización del ciberespacio

    Žižek es uno de los filósofos vivos más agudos y profundos, desde mi punto de vista. No sabía que escribía sobre estos temas, pero no puedo más que estar de acuerdo con sus inquietudes. A medida que las corporaciones nos ofrecen graciosamente más espacio para alojar datos y herramientas para gestionarlos «en la nube», en «su nube», más se achica el espacio público en Internet.

    En palabras de Žižek:

    «global access is increasingly grounded in the virtually monopolistic privatization of the cloud which provides this access. The more an individual user is given access to universal public space, the more that space is privatized».

    Pareciera que, cuánto más accesible y transparente se hace la tecnología en su interfaz para el usuario, más compleja y oscura es la trastienda técnica, económica y política que la sustenta.

    ¿Cuánto evaluamos los servicios en la nube por sus funcionalidades y cuánto por sus implicancias para la libertad de expresión, sus implicancias éticas y sus políticas de control/privacidad?

    El artículo completo en éste enlace: «Corporate Rule of Cyberspace«.

  • Hardware libre, una idea que me encanta

    Leo y difundo un artículo sobre hardware libre:

    «Todo el hardware es liberable (tanto en procesos como en circuitos ), pero a diferencia de los programas esto adquiere relevancia cuando tenemos acceso a la tecnología para fabricarlos. En un principio, hace muchos años, el hagalo usted mismo estaba más difundido. La tecnología creció rápidamente dificultándolo, pero en la actualidad, con la disminución de los costos, el aumento de la capacidad y simpleza de los microcontroladores, sumados al gran aporte de Internet en la difusión del conocimiento y la posibilidad de interactuar con grupos afines, se está logrando que cualquier persona pueda fabricar este tipo hardware aprendiendo en el proceso».

    Me interesa mucho este tema (sobre todo desde que los cartuchos compatibles me complican la vida con la impresora, o desde que tengo laptop y veo sus limitaciones para arreglarla o mejorarla). Creo que el «hágalo usted mismo» y el recibir ayuda de la comunidad para darle más vida y más usos a nuestro hardware es una excelente idea. Desde el punto de vista ambiental, para disminuir la generación de chatarra tecnológica, y desde el punto de vista ciudadano, para tender hacia una sociedad más libre, menos dominada por la industria que nos impone el consumo desenfrenado e irreflexivo de «gadgets».

    Para reflexionar sobre esto último, siempre es bueno volver a ver el excelente documental de TVE sobre obsolescencia programada: «Comprar, tirar, comprar».

  • Expresión libre, abierta y ética en Internet: curso online gratuito

    Internet es un un ámbito esencial para ejercer el derecho a la libertad de expresión. Muchos periodistas alrededor del mundo se han volcado a los blogs, como espacios para mentener una voz independiente y contactarse con audiencias más críticas que buscan información alternativa a la que ofrecen los medios masivos de comunicación.

    Asimismo, con las redes sociales, la gente no se reúne solamente a conversar con sus amigos o a «espiar» la vida de los otros. Las personas usan las redes básicamente para informarse más y aprender de formas que antes eran impensables. Es que, como ha dicho Kevin Kelly, fundador de la revista Wired, un  medio como Internet, en el que se creó algo  como la Wikipedia, era algo imposible en la teoría y posible en la práctica. Acerca de esta afirmación, pueden ver una conferencia TED de Kelly del año 2007, pero que todavía es a mi entender removedora y reveladora.

    Por supuesto que la capacidad de cualquier usuario de comunicar casi cualquier cosa por Internet implica que todos somos responsables, como ciudadanos digitales, de compartir una ética de la comunicación. No solamente los usuarios personales, también las grandes empresas (Google, Facebook, etc.) a quienes hemos confiado nuestros datos personales y que regulan nuestra posibilidad de compartir información en sus redes. En definitiva, creo en la ética, en el contexto de la sociedad de la transparencia. No en los controles ni regulaciones impuestas en nombre de la moral pública o los intereses económicos.

    Aprovecho este post para hacer el anuncio y la invitación a continuar con estos temas en un curso online apoyado por el Portal de Juventud de la UNESCO para América Latina y el Caribe, que va a comenzar próximamente, donde trataremos de apoyar a los participantes en la creación de espacios de expresión libres y abiertos en Internet. Siguiendo este link podrán informarse e inscribirse gratuitamente: http://grou.ps/ciberlibertad

  • Tres mejoras básicas para un blog recién nacido

    Computer BloggerImage by khiscott via Flickr

    En este post vamos a ver tres cosas básicas que se pueden incorporar a un blog recién creado y que van a mejorar la tarea del novel bloguero: crear etiquetas, dar opciones de suscripción y vincular el blog a redes sociales. No se ofrecen tutoriales paso-a-paso. De lo que se trata de darle sentido a algunas cosas que podemos hacer para mejorar un blog y explicar por qué son importantes. Luego se enlazan los tutoriales en sí. 

    Etiquetar y enlazar

    Las etiquetas o “tags” sirven para categorizar el contenido del blog asignando a cada entrada o post uno o más temas que los vinculan. Por ejemplo, todas las entradas del blog que tenga asignada la etiqueta “música” estarán relacionadas entre sí. Los lectores accederán a ellas haciendo clic en la etiqueta “música” y las verán como un conjunto. De esta manera, el contenido estará más ordenado y fácil de recuperar tanto para el escritor como para el lector. Se trata de una forma de visualizar y vincular datos, tratando de expresar “de qué estamos hablando”, lo que hace de las etiquetas un componente de lo que se llama “web semántica”.  Por lo tanto, funcionan como metadatos por lo que mejoran el posicionamiento en buscadores.

    Las etiquetas se organizan en nubes o listas que generalmente se ven en la barra lateral del blog, pero funcionan de manera algo distinta a las categorías del menú de una web. Cada entrada puede tener múltiples etiquetas. Si en el momento de crear la entrada no tenemos en la lista una etiqueta en la que entre ese nuevo artículo, simplemente la creamos en el momento.

    Casi todos los sistemas de blogging y gestión de contenidos tienen distintas formas de agregar etiquetas. A modo de ejemplo, dejo un sencillo tutorial para crear etiquetas en Blogger.

    Además de etiquetar, es importante enlazar contenidos externos e internos en cada post que escribimos. De esta manera, estamos también mejorando posicionamiento, alentando la conversación y haciendo la información más rica. La operación para esto es sencilla y se puede hacer desde cualquier gestor de contenidos que utilice edición de texto enriquecido (Blogger, WordPress y casi todos). Al escribir, seleccionamos el texto a enlazar y con un botón que podemos ubicar fácilmente en la parte superior del editor, pegamos la url del enlace.

    Suscripciones

    Un blog es una cosa dinámica, viva. La idea es actualizarlo con cierta frecuencia. Pero es importante que los lectores tengan una manera de enterarse qué hay de nuevo y conectarse con el blog de una forma más permanente. Las suscripciones ayudan a generar esa asiduidad de visitas y en definitiva, a construir una red alrededor del blog. De esta manera, el contenido va al lector en lugar de quedarn esperando que losos lectores lleguen espontáneamente. Quizás llegan… ¿pero cómo nos volvemos a encontrar?

    Crear un newsletter, poner a disposición la suscripción mediante RSS y facilitar estar en contacto mediante las redes sociales son maneras de llegar al lector y formar parte de su diaria dieta cognitiva.

    Una forma de facilitar esto es utilizar el servicio gratuito feedburner, del que dejo un par de guías sobre usos de feedburner e integración en el blog.

    Otra manera de ayudar a que nos sigan es agregando Google Friends Connect y Facebook Connect o Networkered Blogs. De esta manera los lectores formaran parte de la comunidad del blog además de seguir las actualizaciones.

    Vincular el blog a redes sociales

    Las redes sociales son conversaciones y en esto se dice que han desplazado un poco a los blogs. Esto no significa que «los blogs han muerto», como a veces se afirma, o que vayan a ser sustituidos. Al contrario, creo que las redes sociales, como Facebook o Twitter ayudan a difundir los contenidos de los blogs. Solamente que el centro pasa a estar en el usuario, que se conecta con múltiples blogs, contactos y fuentes. Esto hace que muchas veces la conversación se produzca en otro lugar, no precisamente en el blog, sino en foros, grupos, muros y en todo tipo de flujo conversacional abierto por los usuarios en sus redes.

    Para hacer esto, hay por lo menos tres cosas que son importantes:
    1) Agregar botones para compartir cada post en las principales redes sociales.
    2) Integrar Twitter.
    3) Crear una página de Facebook para el blog.

    Estos tres aspectos son muy básicos y quizás no todos los blogger nuevos los tienen en cuenta. Muchos empiezan con sus blogs sin tener un contacto asiduo con la blogósfera y con los blogs de sus temas de referencia. Mirar lo que hacen los otros y tratar de investigar sobre esto es una buena medida para continuar mejorando.

    En próximos post trataré de continuar con algunos consejos, siempre tratando de contextualizarlos desde la perspectiva de crear red y compartir conocimiento, que es el enfoque de este blog.

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  • Moderación de foros electrónicos y eventos en línea

    En estos días estoy trabajando en la moderación y coordinación del Foro Electrónico Internacional «La Extensión Rural en el Cono Sur: desafíos frente a la Sociedad del Conocimiento». Esta tarea la realizo como parte del staff técnico de la Oficina del IICA en Uruguay, donde trabajo como especialista en desarrollo rural. En esta área estamos intentando desde hace tiempo introducir el uso de TICs, y esta es una ocasión para ello.

    Como me toca hacer de moderadora, creo que es una buena oportunidad para reflexionar desde la práctica sobre la animación de eventos virtuales como éste.

    ¿Qué es un foro electrónico? Me llamó la atención la cantidad de preguntas que recibí acerca del funcionamiento del foro y me di cuenta de que muchísima gente no sabe lo qué es. Es importante explicar bien su funcionamiento y ser consciente de que para muchos será su primera experiencia de participación virtual.

    Un foro electrónico es una actividad on-line, para la cual se necesita acceder a Internet, ya que funciona en un sitio web. Es una actividad asincrónica, es decir, que se puede participar desde cualquier lugar (casa, oficina, cybercafé, etc.) y en cualquier momento, durante el transcurso de su duración. Los participantes entran a un sitio web donde podrán escribir mensajes y leer los mensajes de otros participantes. Estos mensajes van quedando publicados en orden cronológico. Es como el hilo de una conversación en la cual todos aportan.

    El objetivo de este tipo de actividad suele ser el de recoger un amplio espectro opiniones sobre un tema específico en torno al cual se discute y se intercambian opiniones. No se espera que el resultado sea representativo o tenga valor de propuesta, sino que, generalmente, se obtiene una idea general del «estado del arte» actual sobre el tema. Suelen ser de participación masiva, ya que por su modalidad asincrónica y su funcionamiento en línea, admite una cantidad muy grande de participantes. Hay que tener presente que no todos participarán y que muy pocos lo harán activamente. La mayoría tendrá una actitud más pasiva, pero estarán «ojeando» continuamente el foro, que para muchos es una oportunidad de «ponerse al día» con un tema y acceder a nuevos documentos y publicaciones.

    Para motivar la participación es imprescindible la presencia de un moderador que se encargue de la tarea de animación del foro: invitar a participar, sugerir preguntas, sintetizar visiones, encontrar puntos en común o identificar las distintas corrientes de opinión.

    No siempre es necesario que el moderador sea un especialista en el tema, aunque sí es importante que tenga conocimientos al respecto, es decir, capacidad de dialogar y generar diálogo, aunque el tema no sea su especialidad. Lo que tiene que lograr es hacer hablar entre sí a los especialistas. De todos modos, ésta no es una regla general. Puede formarse, por ejemplo, un equipo de moderación con un animador de la comunidad y un experto en el tema.

    Es importantísimo no esperar a que los participantes «lleguen» al foro, sino que el foro vaya hacia ellos, enviando e-mails con novedades y resúmenes, sin saturar las casillas de los participantes ni generar sensación de agobio. Facilitar «re-engancharse» en la discusión proporcionando síntesis y dando la idea de que no nos vamos a perder, de que en cualquier momento se puede aportar algo.

    Por otro lado, es reconfortante comprobar que mucha gente que se conocía presencialmente, por trabajar en la misma área, tiene una oportunidad de reencontrarse en un mismo espacio, incluso a la distancia, desde países e instituciones distintas.

    Muchas de estas reflexiones las hemos ido generando en conjunto con Daniel Espíndola y Ariel Londinsky, compañeros del IICA que tienen una larga trayectoria como coordinadores de eventos virtuales en distintas instituciones.