Categoría: Política

  • Cultura digital en clave de izquierda

    Cultura digital en clave de izquierda

    Foto: Arte y feminismo por Cortipedia. CC BY-SA.

    El Estado no hace cultura, el Estado crea las condiciones de acceso universal a los bienes simbólicos, las condiciones de creación y producción de bienes culturales, sean artefactos o mentefactos. Es porque el acceso a la cultura es un derecho básico de la ciudadanía, como el derecho a la educación, la salud, el medio ambiente saludable.

    Gilberto Gil, en su discurso de asunción como Ministro de Cultura de Brasil, 2003.

    ¿Cuál es el modelo para una cultura digital pensada en clave de izquierda? No es la cultura emprendedora a lo Silicon Valley, donde la palabra «cultura» es un significante vacío, un eufemismo para hablar de ambiente de negocios.

    Una propuesta integral de cultura digital en clave de izquierda puede mirar hacia la región latinoamericana y encontrar ejemplos no tan lejanos de políticas públicas populares de los primeros años de la década de los 2000. Aquellas políticas impulsadas por Gilberto Gil y Juca Ferreira en Brasil, quienes se atrevieron a unir las tecnologías con lo comunitario, para pensar un nuevo paradigma de cultura digital y popular.

    En Uruguay, los ejemplos son los Centros MEC, las Usinas Culturales y los Puntos de Cultura. Esto, en el contexto de un país que apostó por la conectividad universal, liderada por la empresa pública de telecomunicaciones y por una política de tecnología educativa también universal, el Plan Ceibal. Además, el país está entre los nueve gobiernos más digitalizados del mundo. Miles de trámites se han acercado a la ciudadanía. En el sector cultural tenemos el ejemplo de culturaenlinea.uy que simplificó la postulación de proyectos a los distintos fondos concursables que se abrieron a lo largo de los gobiernos del Frente Amplio. Ahora los procedimientos son más accesibles y ágiles, pero no alcanza con digitalizar la gestión. Un segundo paso, más ambicioso, debería ser el acceso en línea de la producción final. A las funciones de música, danza y teatro gratuitas, a la distribución de ejemplares en bibliotecas, podemos y debemos sumar el acceso digital a los materiales generados por la producción cultural que se financió con fondos públicos.

    Esto haría más visible el enorme aporte social de los fondos concursables en cultura. Si estuvieran juntas y accesibles todas las obras financiadas con estos fondos, se reconocería más su valor social y estaríamos en mejor posición para pelear por más recursos destinados a la cultura mediante mecanismos abiertos y concursables. Por eso proponemos que el Estado disponibilice en un repositorio digital público lo que se ha pagado con fondos públicos: textos, realizaciones audiovisuales, discos, videojuegos, comics, investigaciones, etc. Todo un amplio abanico de producción cultural propuesta por la ciudadanía, evaluada por jurados, financiada por toda la sociedad y que debe retornar a la sociedad. Los fondos para la cultura no tienen solamente el fin de apoyar la producción, también el de apoyar el acceso y disfrute cultural de forma permanente.

    No es la tecnología lo central en esta estrategia, sino el nuevo paradigma de producción, circulación y consumo cultural. Un paradigma no lineal, sino circular, en el que las personas no solo se sientan en la comodidad de sus casas a acceder a contenidos de Internet. Un paradigma en el cual Internet es un espacio cultural más, en el que podemos actuar y participar. En los últimos años este paradigma ha perdido parte de su potencia debido a la concentración de los monopolios de Internet. Se nos está «netflixeando» la cultura, mientras asistimos con desencanto a la marginación de aquellos espacios digitales libres y autónomos para crear y compartir.

    Creo que debemos recuperar la disputa por el espacio cultural Internet, proponiendo políticas públicas que no sean solamente de conectividad y consumo. Son igualmente fundamentales las políticas de alfabetización digital crítica (que es más que saber usar la tecnología) y de creación y circulación social de contenidos. Centros MEC, Puntos de Cultura, Usinas Culturales, Esquinas de la Cultura en Montevideo, son políticas que han fomentado espacios y herramientas a la producción cultural popular. Una política amplia e inclusiva de Cultura Digital podría fortalecer estos procesos, luchando contra el paradigma de la Internet del consumo pasivo y el desencanto.

    Para eso, desde el Ir estamos proponiendo un vínculo entre cultura digital y nuestro buque insignia para la Cultura, que es la cultura comunitaria. Nuestros énfasis programáticos 2020-2025 incluyen, en este sentido:

    • Programa integral para la digitalización y difusión del patrimonio cultural y artístico uruguayo, en articulación con bibliotecas, filmotecas, archivos y museos.
    • Fomentar la recuperación y reedición de obras fuera de circulación, a través de un sistema de distribución física y digital.
    • Creación de un Portal Cultural del Uruguay, que haga disponibles para toda la ciudadanía, a través de Internet, las obras que financia el Estado con fondos públicos. En los casos puntuales de producciones que hayan recibido financiamiento parcial y que requieran un margen de tiempo para la distribución comercial, se puede establecer un período de exclusividad tras el cual estarán disponibles en el Portal para toda la ciudadanía.
    • Creación de una red de laboratorios ciudadanos para promover proyectos de cultura digital, que funcionarán en sitios culturales del territorio, apoyando a proyectos de cultura digital comunitaria: radios comunitarias online, proyectos de mediactivismo, bibliotecas digitales, etc.
    • Estudiar y promover excepciones y limitaciones al derecho de autor para el acceso a la cultura en la era digital. Esto incluye especialmente salvaguardas para bibliotecas, archivos, museos e instituciones educativas que brindan acceso a materiales digitales.
    • Creación de un departamento de tecnologías y accesibilidad que estudie e implemente medidas para el acceso y producción cultural de personas con discapacidad, en conjunto con los colectivos involucrados.

    ¿Podemos retomar y profundizar las políticas de cultura digital impulsadas por Gilberto Gil, que fueron un faro continental? 15 años después, aquellas políticas en Brasil, su país de origen, están siendo borradas por la derecha. En toda la región, las corporaciones de Internet -Google, Facebook, Microsoft- están tocando a las puertas de los gobiernos para hacerse cargo de la «transformación digital» en distintos sectores. Vivimos un contexto de desencanto de la tecnología y de la potencialidad de Internet como promesa de democratización de medios. Sin embargo, un país gobernado por la izquierda y con unas telecomunicaciones estatales, como Uruguay, puede disputar este escenario. Podemos discutir este destino y plantear una modelo de desarrollo cultural comunitario con un uso crítico de las tecnologías, con software libre, con construcción de capacidades para la apropiación del espacio digital desde los territorios, rompiendo no sólo barreras de acceso, sino también monopolios y monocultivos tecnológicos y mediáticos.

    Estos son grandes preguntas y desafíos que desde el Ir nos planteamos. Les invito a leer esta y otras propuestas de nuestros énfasis programáticos, y a seguirnos y votarnos desde la coalición El Abrazo, Frente Amplio, en estas elecciones de octubre de 2019 en Uruguay.

  • Violencias machistas, responsabilidad ética y afectiva en los colectivos militantes

    Violencias machistas, responsabilidad ética y afectiva en los colectivos militantes

    Fuente de la imagen: Banco de imágenes de Fundación Karisma. CC BY-SA.

    En los movimientos sociales y los colectivos militantes cuesta pasar de la idea «políticamente correcta» de que hay que desterrar las prácticas machistas, a asumir realmente nuevas formas de relacionarnos. Formas más igualitarias, que cuestionen prácticas profundamente arraigadas durante años.

    Admitir que esas prácticas todavía existen se hace muy difícil, porque lo políticamente correcto sería que no estuvieran, ya que somos movimientos de justicia social y estamos supuestamente contra la opresión. Los líderes de movimientos sociales y partidos de izquierda no pueden negar frontalmente la necesidad de alcanzar la igualdad de género, pero siguen perpetuando y permitiendo prácticas machistas violentas, aunque no de forma admitida. A pesar de que nos declaremos antirracistas y antipatriarcales, las prácticas de discriminación y violencia perviven de forma oculta, no por un código explícito, sino por acuerdos tácitos. ¿Qué organización podría lanzar la primera piedra y decir que es un espacio seguro, inmune al machismo y a toda forma de violencia? Es que los abusos y violencias realmente existen en todas las comunidades y colectivos, y ni de lejos quedan exceptuados los grupos orientados a la justicia social y la igualdad.

    En estos últimos años de una nueva marea feminista, frente a las malas conductas, violencias y abusos, han aparecido las denuncias públicas y los «escraches». Cuando surge uno de estos escraches, lo más probable es que antes se le haya negado la escucha, el apoyo y la aspiración de justicia a las personas abusadas. Cuando los abusos se conocen, se destapa no solo la práctica, sino la hipocresía de haberla mantenido oculta, no reconocida, pero vigente. Suelen existir tantos mecanismos para silenciar la disconformidad y la denuncia, que sacarlas a la luz a menudo va acompañado de una situación escandalosa que rápidamente entra en conocimiento de muchas personas y se hace pública.

    La presión social ante estas situaciones de escándalo muchas veces termina promoviendo una reacción punitiva: el castigo. Cuando el castigo es la única y tardía herramienta, en un contexto social cada vez más punitivista, se convierte en un recurso extremo. Cuando se aplica, el castigo es durísimo: implica apartar al compañero, cancelarlo. A veces ponerlo en manos de una justicia patriarcal que generalmente no cuenta con mecanismos restaurativos ni propuestas para la rehabilitación. El punitivismo nos hace dejar de ver al perpetrador de violencia como a una persona. Pasa a ser una suerte de monstruo incomprensible y hasta cierto punto, un caso excepcional, fuera de la norma, de la normalidad.

    Pero no debemos olvidar que nuestra «normalidad» es patriarcal y que esa normalidad normaliza prácticas violentas, desde las más explícitas, pasando por todo un rango menos evidente y de distintos niveles de intensidad. Entonces, cuando el castigo es la única respuesta, solo un conjunto muy delimitado y claro de hechos se pone a consideración como violencia punible. ¿Fue técnicamente una violación, o no? ¿Hubo golpes, lesiones físicas? ¿Era realmente menor de edad? Quedan afuera las violencias más cotidianas, los micromachismos, todo aquello que no son golpes pero que también duele, daña y perpetúa la desigualdad de género, la discriminación y la marginación. Estas violencias quedan en una arena que no se puede juzgar, a veces ni siquiera abordar, de manera colectiva.

    Creo que, para entender y enfrentar estas violencias en los colectivos, debemos evitar el marco punitivista que implica que prácticamente la única opción para que las personas reporten las violencias sea la denuncia formal, incluso en el ámbito penal. Todo lo que no entra en ese marco, lo dejamos afuera, no lo consideramos como un problema colectivo, sino interpersonal, que tendrán que resolver privadamente las partes involucradas, como si el colectivo no tuviera nada que ver con las condiciones en que emerge esa violencia. Es parte de lo privado, se maneja a nivel «personal» dando lugar a que fácilmente se pueda culpabilizar a quienes la sufren porque «no se saben defender», «no saben poner límites» o no son lo suficientemente fuertes o luchadoras. Este es el marco ideal para que abusadores desplieguen estrategias como el gaslighting que perpetúan la situación sin que nada cambie.

    Si en nuestros colectivos no se va a hablar ni a tratar la violencia más que en sus manifestaciones más evidentes, y solamente con respuestas punitivas, no dejamos lugar para la responsabilidad ética y afectiva. ¿Pueden nuestras comunidades y colectivos de algún modo abrir otro tipo de procesos para tratar con la violencia machista interna? Si logramos involucrarnos y hacernos responsables por las violencias que ocurren en nuestro seno, en lugar de dejar toda la responsabilidad en las instituciones punitivas, las leyes y los reglamentos, quizás podemos encontrar formas más satisfactorias de resolver los conflictos, tanto para las víctimas de las malas conductas, como para los perpetradores, como para la comunidad en su conjunto. Ojo, quizás en este camino, vamos a tener que bajar de su pedestal a algunos «héroes» de la justicia social, para exigirles que admitan y se hagan responsables por su violencia. Pero de nada sirve exiliarlos de a uno, como mártires, para que algo cambie sin que al final nada cambie.

    La crítica feminista es la única herramienta de análisis y praxis política para transformar esta realidad en nuestros colectivos. Debe ser incorporada en nuestra formación política, en lugar de ser estigmatizada como una forma de persecución o una búsqueda de revancha. Lo primero que tenemos que hacer es trabajar en un análisis feminista crítico de todo el espectro de conductas tóxicas y violentas. Denunciar que un compañero tiene conductas machistas no implica necesariamente llevar adelante un escrache. Implica exigir un análisis grupal sobre esas conductas, ponerlas en cuestión, desplegar estrategias comunitarias para desalentarlas. Y sobre todo, implica pedirles, a esos compañeros cuestionados, una respuesta de responsabilización, en lugar de ser reactivos a nuestras demandas de profunda autocrítica y cese de sus conductas violentas.

    Los colectivos y comunidades que carecen de protocolos para definir qué conductas y prácticas políticas queremos, cuáles explícitamente no queremos, y cuál es el ambiente en el que aspiramos que se desarrolle nuestra militancia y convivencia, no pueden abordar adecuadamente estas situaciones. Sin protocolos y procesos colectivos, lo que queda es el miedo y el silenciamiento cómplice o, en el otro extremo, la búsqueda de culpables y castigos, sin encontrar caminos intermedios para sanar colectivamente y evitar la repetición de la violencia.


    Este post surge de algunas experiencias personales y colectivas, así como de reflexiones sobre casos públicos recientes. Pero sobre todo, me han resultado muy iluminadoras algunas lecturas que quiero compartir:

  • Comentarios al proyecto «ley Uber»

    Si bien es una ley sobre «servicios prestados mediante el uso de medios informáticos y aplicaciones tecnológicas», para la mayoría de la gente el proyecto que estudia el Poder Legislativo de Uruguay desde marzo, es la «ley Uber». Así de reactiva suena esta ley, que parece reaccionar ante un fenómeno tecnológico que parece avasallante, en lugar de promover un enfoque integral sobre la economía colaborativa (que es mucho más que tecnología).

    En este post, comparto los comentarios que expuse el 15 de agosto pasado en la Comisión de Innovación, Ciencia y Tecnología de la cámara de diputados. También dejo un enlace a la versión taquigráfica y la ficha completa del proyecto para acceder al resto de las exposiciones.

    También quiero compartir especialmente, las lecturas en las que me basé:

    “Declaración procomuns y propuestas de políticas para la economía colaborativa procomún”. De Barcelona Colaborativa: Grupo de trabajo de economía colaborativa y producción procomún en Barcelona, que generó este documento en marzo de 2016, en un encuentro de más de 400 personas.

    “Políticas para ciudades colaborativas. Un resumen de economía colaborativa para responsables de políticas urbanas”. Este documento es una colaboración entre dos organizaciones sin fines de lucro: Shareable y el Centro Jurídico de Economías Sostenibles (Sustainable Economies Law Center), de EEUU.

     

     

  • Los derechos de autor no te hacen artista

    Los derechos de autor no te hacen artista

    todos es un remix

    Hablando con amigos artistas que me preguntan sobre la posible reforma de la legislación de derechos de autor en Uruguay, muchas veces me encuentro tratando de explicar por qué esos 20 años más o menos no tienen un impacto directo en la vida de los artistas. Endiéndase bien: en vida. Ya que la extensión propuesta en Uruguay estiraría de 50 a 70 años después de la muerte del autor la protección del monopolio de los derechos de autor. (más…)

  • Pueblo feminista

    ¿Qué es lo que reclama el feminismo cuando habla de plantear las cuestiones que tienen que ver con el cuerpo? (más…)

  • Demos virtual

    Estoy participando en un nuevo espacio político dentro de la izquierda uruguaya. El grupo se denomina IR (o Ir, como verbo) y se identifica con el partido Frente Amplio (coalición de izquierda que es el actual partido de gobierno en Uruguay). Más información puede encontrarse en este artículo de La Diaria.

    Este grupo lo conforman (por ahora) adultos jóvenes, algunos de los cuales vienen de distintas experiencias de militancia (sectores frenteamplistas, sindicatos, gremios estudiantiles, organizaciones de base), pero también gente que no pertenece o no ha pertenecido antes a espacios de este tipo. Una de las cosas que la agrupación se ha propuesto es aportar nuevos estilos de participación con mecanismos más horizontales y democráticos. En este sentido, se ha reconocido como central la comunicación por medios digitales y el uso de tecnologías que permitan participar de forma asincrónica. Es decir, participar y decidir sin estar todos en el mismo lugar y al mismo tiempo.


    Si bien la mayoría son usuarios de Internet, no se puede decir que hay uno uso extendido y masivo de herramientas de participación y colaboración online. De hecho, creo que ninguno de los hasta ahora participantes ha tenido experiencias de ciberactivismo o política 2.0. Aunque algunos de ellos vienen de las redes frenteamplistas, un fenómeno que nació en Facebook y se materializó en varios eventos convocados por militantes no orgánicos durante la campaña electoral del 2009.

    Me resultó interesante tomar algunas notas sobre las opiniones que fueron surgiendo en las distintas discusiones a la interna de este grupo sobre estas nuevas modalidades de participación política «virtual»:

    1) Lo importante no son las herramientas que usemos, sino que estas herramientas faciliten el proceso de participación de tal manera, que nos resulten casi «invisibles».

    2) Si queremos incluir a gente que está en el interior y el exterior del país, y si se pretende expandir el tiempo y el espacio de participación como un modo de democratizar, entonces tenemos que considerar que nuestro «demos» funciona en el espacio virtual y está conformado por una lista de correo que actualmente usamos y los usuarios registrados de una plataforma de colaboración.

    3) Es importante construir mecanismos, protocolos, «etiqueta» de participación virtual.

    4) Junto con ello, son imprescindibles los moderadores. Es decir, miembros del grupo con capacidad para identificar temas emergentes, sintetizar discusiones, cultivar procesos, acercar a personas y temas, identificar consensos y disensos.

    5) Aunque solamente unos pocos sean los moderadores o los editores de contenido, todos tenemos que desarrollar competencias digitales, aunque la mayoría seamos unos «inmigrantes» en esto. Porque los medios de comunicación social se dominan a partir de estas competencias. Invertir en ello es aumentar la capacidad de empoderamiento social que los medios de comunicación masivos no generan.

    6) La plataforma de trabajo online que estamos creando tiene que llegar a ser una herramienta de colaboración completa para los miembros del grupo y un portal de información significativa para la ciudadanía. Este último aspecto todavía no está desarrollado, pero no es algo que se le pide simplemente a un diseñador web y a un equipo de prensa, sino que se genera en colaboración con ellos. Hoy en día, la profesionalización de la comunicación política está cediendo frente a las posibilidaes de creación de contenidos por los usuarios, de forma descentralizada, en red. Y esto es parte del cambio que estamos buscando… o no?

    8) Participamos con una lógica de red, no de grupo cerrado, de manera que el espacio de participación no es un ámbito totalizante, sino flexible. Se tiene que poder personalizar la «configuración de participación» que más les convenga a los distintos miembros de este espacio, según sus sensibilidades, sin que ello implique ni exclusión ni sobre saturación de información.

    7) Algunos se preguntaban cómo vamos a hacer para conocernos mejor si se privilegia en algunos casos lo virtual por sobre lo presencial. Sin embargo, creo que tenemos que dejar de pensar en términos de una dicotomía virtual-real y pensar que las identidades de cada uno se constiuyen y retroalimentan en las dos dimensiones.

    8) Transparencia: ¿quiénes somos, qué representamos? No estamos vendiendo jabón en polvo. La política en red no es un supermercado, sino, quizás, un marketplace, un posible espacio de articulación de sensibilidades. Queremos comunicarnos a partir de intereses y afinidades concretos sin buscar la masividad, sino la persuación a través de un estilo de propaganda como información, no como show mediático.

  • Celebrando el matrimonio igualitario (y las sesiones parlamentarias online)

    En la madrugada del 15 de julio de 2010 en Argentina se aprobó un proyecto de ley que autoriza el matrimonio entre personas del mismo sexo en condiciones igualitarias a los matrimonios heterosexuales. Celebro la determinación de los senadores argentinos y espero que en más y más lugares del mundo sean reconocidos los derechos de los homosexuales a vivir su vida sin discriminación.

    La sesión parlamentaria duró más de 10 horas y algunos canales de noticias la trasmitían en vivo y en directo, y a su vez éstos eran re-trasmitidos vía streaming mediante servicios como www.ustream.com. Justamente por ese medio es que seguí un rato las discusiones, que además eran interesantísimas, tanto por los argumentos favorables a la ley como por las fundamentaciones en contrario.  Dos cosas que me resultaron entonces sorprendentes: poder seguir minuto a minuto una discusion parlamentaria por Internet y que ésta me resultara interesante, quizás hasta atrapante. Tercera cosa para un grato asombro: poder seguir además, en paralelo al audio y video, los comentarios en tiempo real en Twitter y Facebook. Esto es posible gracias a una herramienta de «social stream» que se visualiza al lado de la pantalla de video de ustream. Por más información sobre cómo usar estas herramientas para trasmisiones online ver este artículo.

    Si bien la mayoría de los comentaristas estaban a favor de la ley o eran claramente activistas, y más allá de que los medios sociales no creo que estuvieran influyendo en la discusión en el Parlamento, no dejó de tentarme el pensar en que existen reales posibilidades de que algún día suceda.

    Dejo la captura de pantalla como mi humilde registro histórico para la posteridad.

    Y salud al movimiento LGBT de Argentina y a todos los que tienen ahora una nueva oportunidad de integración social sin discriminación legal.

  • Webinario Sociedad Civil Latinoamericana 2.0

    El 17 de mayo Sinergianet se une a las celebraciones por el Día de Internet con el webinario Sociedad Civil Latinoamericana 2.0 en el cual hablamos del rol y las nuevas herramientas de las organizaciones sociales en el contexto de la Web 2.0 y los medios sociales.

    ¿Cómo puede un activista de la sociedad civil incidir usando Internet y los medios sociales? Las herramientas tecnológicas son muchas, no hay recetas. Pero es cada vez más claro que un activista social hoy debe ser un buen «community manager». Debe tener presencia en Internet ayudando a otros a participar, informarse y empoderarse. Más que crear conciencia, se necesita linkear conciencias y crear una voz desde lo local para participar en las discusiones globales sobre los temas que importan a la sociedad civil: cambio climático, agua, tierra, desigualdad, género, medio ambiente, VIH-Sida, derechos humanos.

    El webinario consistió en una presentación que preparé sobre el tema y el comentario de Paola Olivares, educadora e investigadora del CIISOC (Centro de Investigaciones de la Inclusión Digital y la Sociedad del Conomiento). Paola se conectaba desde Temuco, Chile, el equipo de Sinergianet (Cristina Quintas, Miguel Blasco y yo) desde Montevideo y un grupo de unos  30 participantes se conectaban desde distintos países latinoamericanos.

    Las que siguen fueron las respectivas presentaciones:

    Quizás el tema que generó más preguntas y comentarios fue el de la breha digital. Cómo superarla, cómo quedan incluidas/excluidas las comunidades marginadas y cómo pueden empoderarse para una participación activa en la sociedad de la información. Varios participantes se preguntan cómo es posible que pequeñas poblaciones, grupos excluidos históricamente, como las comunidades indígenas y campesinas del continente, pueden apropiarse y usar la web 2.0 cuando la conectividad y la tecnología no están a su alcance, o cuando sus condiciones sociales y culturales constituyen una barrera profunda. Pero también se planteó la sub-utilización de las tecnologías disponibles y la falta de iniciativas creativas para que sean apropiadas con sentidos propios por parte de las comunidades y colectivos.

    Es importante considerar ejemplos y buenas práticas. Algunos de estos ejemplos se pueden conocer a través de www.reprasis.org.ar, un ámbito donde se sistematizan este tipo de experiencias.

    En los sisitos de Sinergianet www.sinergianet.org y http://sinergianet.com.uy/inicio así como en la web del CIISOC http://www.ciisoc.cl/ también se pueden encontrar ejemplos y más información.

  • Revista empoderamiento digital

    Hace pocos días salió el primer número de la Revista  Empoderamiento Digital, editada por Sinergianet. Se trata de una publicación colaborativa, que está pensada desde y para las organizaciones sociales latinoamericandas que están ingresando al campo de Internet, la sociedad de la información y los social media.
    ¿A qué nos referimos con esto de empoderamiento? Citando el editorial de la revita:

    «el empoderamiento es un proceso complejo de desarrollo de la capacidad organizacional, de relaciones cooperativas y nuevas modalidades de participación ciudadana en el ámbito público. Empoderamiento no es necesariamente acumulación de poder, sino construcción del poder necesario para actuar con eficacia transformadora». 

    ¿Y por qué digital?

    «La información y la comunicación son  factores sustantivos en los procesos de desarrollo de los pueblos y la transformación social».

    Como parte del equipo de Sinergianet, escribí un artículo para esta revista: «Consejos para empoderar tu sitio web» donde propongo algunos tips que pueden aplicar las organizaciones y grupos de la sociedad civil para mejorar el uso de la web en sus estrategias de comunicación y acción social.
    La revista puede descargarse desde aquí: http://sinergianet.com.uy/inicio/descargas/REVISTA%20ED1.pdf

  • La Cumbre Euro Latinoamericana «en» Internet

    Mañana, 23 de febrero, a las 14:00 de Uruguay en este blog se transmitirá vía streaming una conferencia entre el Secretario de Estado Español Juan Pablo de Laiglesia y la blogósfera hispanoamericana. Laiglesia presentará los objetivos de la cumbre y contestará preguntas que 300 blogueros latinoamericanos le hemos enviado con antelación, mediante la coordinación de La Sociedad de las Indias Electrónicas.

    El formato de este acto es muy novedoso, sobre todo en este tipo de ámbitos políticos de coordinación y cooperación internacional, en donde se suelen presentar posturas de países, regiones y otro tipo de sistemas de agregación de intereses políticos, pero no es para nada usual que se considere como colectivo que «representa algo» a una comunidad que se desarrolla on-line, como lo es la blogósfera hispana.

    Desde el punto de vista de los coordinadores de esta actividad:

    El objetivo que nos planteamos es simplemente activar la relación entre la blogsfera y los organizadores de la cumbre, abriendo un diálogo novedoso a muchas voces.

    Ayer mandé mi modesta pero también abarcadora pregunta al Secretario:

    ¿De qué manera se puede promover el acceso y el uso justo del conocimiento y la cultura en la sociedad de la información? ¿En qué sentido se orientaría la cooperación entre la UE y América Latina en este campo?

    Por supuesto este tema es mencionado por varios blogueros y varias preguntas apuntas, de variadas maneras, al mismo asunto. Aunque este tema no es el único, las preguntas van desde la cuestión de la legalización de las drogas hasta temas vinculados a educación e inclusión social. Aquí se puede acceder a las preguntas completas (que Fernando Da Rosa tuvo la buena idea de subir a su blog y desde allí las linkeo).