Es innegable que la «intimidad» y la «privacidad» son tópicos de conversación ni bien empezamos a hablar e-mail, sms, chat y redes sociales. Pero la investigación realizada por la antropóloga Stefana Broadbent muestra cómo las nuevas tecnologías de comunicación permiten cultivar relaciones profundas y cercanas generando una «democratización de la intimidad». Me gustó el concepto y por eso escuché atenta su presentación en las conferencias TED de 2009.
Más allá de la distancia, las jornadas laborales largas y los controles institucionales, disponemos de canales de comunicación privados y los llevamos con nosotros a todas partes. Esto, en opinión de la investigadora, beneficia más a la gente que tiene peores empleos, los que han estado más sometidos a la autoridad y la supervisión y que tienen trabajos que exigen concentración unilateral en una sola tarea. Estos trabajadores estarían experimentando una reapropiación de su esfera personal.
Según la investigación de Broadbent, la gente tiene un promedio de 120 contactos en Facebook y decenas de amigos en MSN, pero mantiene intercambios en doble sentido, de manera regular, con cuatro o cinco personas con las que «realmente habla».
A la luz de estos datos, parecería que la promesa (y el imperativo) de estar todo el tiempo conectados con todos no se cumple. Esto puede decepcionar, nos hace dudar del poder de crear comunidades que auguraba Internet. Pero según la investigadora británica, se trata de una transformación social importantísima que tiene que ver con la profundización de la intimidad.
Esto me recordó la idea de Manuel Castells: internet aumenta la cantidad de lazos débiles y refuerza los lazos fuertes.
Lo que nos fragmenta, nos separa, nos dispersa y nos aparta no es la vida digital. En cambio, podemos desarrollar y usar esa «vida digital» para no separarnos y perdernos dentro de las formas de vida móviles, flexibles y «líquidas» que caracterizan a la posmodernidad.
Desde mi experiencia personal, podría agregar que hay personas que me acompañan todos los días por el sólo hecho de estar on-line y no tener temor de hablarme en cualquier momento de cualquier tema. Algunos ni siquiera viven en la misma ciudad que yo, pero me acompañan más que mis propios vecinos. El surgimiento de estas cercanías me sorpendió y al mismo tiempo es una novedad gratificante en mi vida.
Recomiendo escuchar la presentación de Stefana, subtitulada en castellano.
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