La web 2.0: un poco más sencilla y un poco más complicada
Hasta hace pocos años muchas organizaciones sociales latinoamericanas no tenían uns web propia. En la primera etapa de la Web, en los años 90 y hasta mediados de la década actual, los sitios web eran difíciles de crear y mantener. Se necesitaba casi que obligatoriamente contar con un diseñador web que creara todo el sitio desde cero. Las actualizaciones eran algo bastante engorroso y para ello se dependía de un webmaster a quien se encargada que, utilizando algún software específico, modificara el sitio cargando la nueva información. Los sitios web eran poco más que documentos para ser leídos en línea y para consultar algunos datos sobre las organizaciones. No mucho más que información de contacto o sobre algunas de sus actividades. Muchas organizaciones manifestaban una política de transparencia y rendición de cuentas publicando informes y mostrando lo que hacían a través de la web, pero esta política no se completaba del todo, pues no era muy fácil recibir las opiniones del público al que se dirigían ni saber qué pensaban los usuarios de esta información.
Hoy en día las cosas han cambiado. Escribir este artículo para la web que ahora están leyendo fue casi tan sencillo como escribir un e-mail. El tiempo que transcurre entre escribirlo y publicarlo es mínimo. Una vez terminado, con un solo click queda instantáneamente disponible para lectores de cualquier parte del mundo, quienes además podrán complementarlo con sus comentarios. La distancia entre producción y consumo de contenidos se reduce. Es más, esto hace posible que ambos roles se fundan en una nueva figura: el prosumidor, un usuario de internet que lee, escribe y comparte contenidos casi en el mismo gesto.
Las herramientas de producción de contenidos web están cada vez más al alcance de todos, con lo que cada vez tenemos acceso a más cantidad y diversidad de información. Estas herramientas constituyen una amplia gama de aplicaciones que se manejan con un único programa: nuestro navegador de Internet, el cual nos permite compartir contenidos a través de los blogs, las aplicaciones de redes sociales, el microblogging, los podcast, las wikis y muchas otras, todas ellas gratuitas. Este cambio en la tecnología web ha transformado la forma de comunicarse e interactuar en línea de una manera radical.
En el ámbito de la Web 2.0, la gestión de un sitio web se ha vuelto a la vez más sencilla y complicada. Por un lado, el usuario que maneja los contenidos, es decir, quien los «sube», no necesita muchos conocimientos técnicos. Lo que se requiere cada vez más es tener habilidad para comunicarse en este nuevo entorno, en el que todos podemos ser potenciales prosumidores.
Más que gestionar, participar
La tarea de gestión del sitio web de nuestra organización no se va a reducir a crear esa «vidriera» que antes era una página web, sino a compartir, colaborar, conversar y estar dinamizando comunidades a partir de todas estas actividades. Más que gestionar, se trata de participar y aportar en los espacios donde cada vez más gente está volcando sus ideas, opiniones y debates: en las redes sociales, en los foros, en los e-groups.
Debemos tener en cuenta que los espacios en los que las organizaciones sociales están presentes y activas se multiplican en la red, generándose una diáspora de ámbitos, personas, grupos y redes con las que intercambiar e interactuar, y esto sucede más allá de la página web institucional. Sucede de forma descentralizada y distribuida en los espacios de participación donde está la gente, «habitando» estos espacios virtuales, con sus propias identidades e intereses.
Entonces, hoy en día, las organizaciones sociales activas, dinámicas, que buscan el empoderamiento de la comunidad y tratan de escuchar las demandas de sus bases, encuentran en las herramientas de la Web 2.0 un enorme potencial. El desafío hoy en día pasa por mucho más que tener una web institucional y gestionarla activamente. Militantes, socios, promotores, voluntarios, activistas y ciudadanos, constituyen audiencias activas con las que las organizaciones deben «enredarse», tanto en el mundo físico como en el espacio virtual. Mundos cada vez más interconectados e interdependientes. Actuar en uno sin duda tendrá repercusiones en el otro. Ya no hay una neta separación virtual-real, así como no la hay entre productor y consumidor.
*Este artículo lo escribí inicialmente para el sitio http://sinergianet.org/ como parte de un proyecto latinoamericando llamado «Promoviendo Empoderamiento Digital con Organizaciones Sociales en América Latina» ejectuado por el colectivo Sinergianet y patrocinado por UNESCO. En el marco de este proyecto, comienza el curso «Gestión dinámica de sitios web», orientado a organizaciones sociales de jóvenes. Tengo el agrado de formar parte del equipo docente del curso. Y dado que está comenzando, aprovecho para postear este artículo también en mi blog.
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