“Cuando las masas de gente que poseen los medios de producción trabajan para un objetivo en común y comparten sus productos en común, cuando contribuyen trabajo sin paga y disfrutan de los frutos libres de costo alguno, no es poco razonable llamar a eso socialismo”.

Había leído el artículo antes encontrándolo más que interesante. Acabo de hacer una breve crítica del mismo en el marco del “Primer taller internacional de formación online sobre el uso de las tecnologías de la información y las comunicaciones como herramienta para la participación política”.
Van entonces, algunos comentarios personales sobre esta idea de “socialismo digital” que se plantea en el artículo.
El trabajo colectivo en línea
Se menciona que algunos proyectos colaborativos como la Wikipedia y las distintas distribuciones de Linux superan en cantidad de participantes a la plantilla de grandes compañías capitalistas. Estos trabajadores contribuyen gratuitamente al desarrollo de productos que en muchos casos son de altísima calidad y benefician directa e indirectamente a un número aún mayor de personas.
Entiendo que esto es posible a partir de una características particular de los medios de producción, en este caso digitales: el hecho de que si yo copio y uso material digital que tú has creado, no te estoy privando de ese material. El contenido digital puede copiarse indefinidamente, reutilizarse, reenviarse y re-mezclarse sin pérdidas, o más bien, generando mayor riqueza y beneficiando a más gente. La propiedad privada de los medios de producción y de los bienes pierde sentido en el mundo digital.
De hecho, cambia el sentido de la noción misma posesión. Descubrimos que es imposible “tener” objetos que no tienen barreras de acceso, porque esos objetos no pueden definirse como “propios” a partir de un criterio de exclusividad o privilegio, negando o regulando su acceso a los demás.
Lo que no es un recurso infinito es el tiempo, la atención y la dedicación que cada uno puede dedicarle a la creación, recolección, etiquetado, distribución y socialización de los contenidos digitales. Pero la tarea se multiplica mediante la colaboración. Aún sin que esa colaboración esté coordinada centralmente.
Descentralizado, distribuido, pero hay alguien organizando…
¿Pero qué pasa con los grandes organizadores de nuestra actividad digital? Gigantes como Google y Facebook, que están buscando constituirse en el centro de nuestra actividad on-line y ser plataformas privilegiadas de distribución de contenidos. Su modelo está basado en lo gratuito, en el regalo. Y sin embargo no dejan de acumular una gran cantidad de poder. ¿Qué incidencia pueden tener en nuestras vidas? ¿Y cómo podemos incidir nosotros en ellos?
Lo dejo para pensar, pero claramente, Google, Twitter y Facebook no son nada sin los usuarios, todos sus contenidos son aportados por nosotros mismos. Sin embargo, ellos están generando la infraestructura que sostiene una gran cantidad de los intercambios en la red. Si los servicios caen, se genera un caos comparable al corte de puentes o carreteras, porque se trata de servicios que organizan el flujo de información.
Manifestaciones políticas
El artículo plantea que los proyectos colaborativos, como la Wikipedia, el software libre, la blogófera, el intercambio P2P, no necesariamente se transforman en plataformas políticas y que la mayoría de estos trabajadores comunitarios que les dan vida, no forman parte de movimiento político alguno. O al menos, están por fuera del campo político y pueden mantenerse como manifestaciones libres, auto-reguladas y autónomas, más allá de lo que contribuyan o no a una postura política.
En mi opinión, se desvaloriza la importancia de manifestaciones como el Partido Pirata de Suecia, mencionando que en 2006 dicho partido obtuvo una bajísima votación en 2006 (0,63 %). Sin embargo, en 2009 fue el partido con más votos entre los jóvenes suecos y obtuvo dos eurodiputados en el Parlamente europeo.
El crecimiento del Partido Pirata se explica, desde mi punto de vista, por las reacciones conservadoras y los lobbys empresariales que comenzaron a restringir las posibilidades de desarrollar una cultura libre y liberar el conocimiento para beneficio de la comunidad. El caso del juicio a The Pirate Bay es una muestra de ello.
En conclusión
El artículo propone que miremos un aspecto de la sociedad de la información y el conocimiento que no se ve a simple vista, que no es obvio, y sin embargo es una fuerza muy potente, que está realizando grandes avances. Se está demostrando que realmente las comunidades tienen el poder y la capacidad de generar e intercambiar cosas valiosas sin necesidad de grandes inversores y centros de poder jerárquicos. Pero esto no es suficiente para que los grandes poderes financieros y políticos caigan por sí mismos.
Estamos quizás en un momento en que este “socialismo digital” no implica solamente un mecanismo de coordinación que se da naturalmente por la formación de audiencias on-line y la convergencia de proyectos colaborativos. Actualmente, comienza a desarrollarse un movimiento de liberación que, frente a la represión del intercambio P2P y la defensa a ultranza del copyrigth, tiene que comenzar a plantarse a nivel político.
Fuente de la imagen (con comentario del mismo artículo).