Pobre Carlitos III, originalmente cargada por señorita leona.

Estoy publicando muy poco por acá y mucho por flickr. Creo que me resulta más cómodo el sitio de flickr. Además, allí tengo armada una red social. Después de todo, eso es lo que le da vida a los espacios que uno se monta en Internet.

Además, el blog me obliga a escribir más, a exponerme un poquito más, y a lo mejor eso me inhibe un poco. Supongo que mi madre no tenía tanta razón al exclamar, con resignación: «¡Mariana no es tímida y nunca va a ser tímida!» (el día de mi bautismo, a los 3 años, mientras yo me metía por todos los rincones de la iglesia) (el cura había prohibido a las madres reprimir a sus niños).

Bueno, lo gracioso es que publico desde flickr, con la práctica herramienta «blog this», que descubrí hace poco. Supongo que la gracia sería arrimarme a otras redes a través de este blog, quizás complementarias y contiguas a ésta que tengo en flickr. Acá surge la pregunta para la socióloga (que también soy, licenciada, sí, egresada en 2004 de la UdelaR, cosa poco útil para el collage): ¿somos nodos de una red social, o somos, cada uno, una red? Esta onda de la Web 2.0 y la Web 3.0 y todas las que vendrán, parece que ayuda a transformar al individuo en una red, una especie de nube, una cosa poco densa, apenas cohesionada.

Bien, no más divagaciones. Prefiero destapar mi libido, mi agresión, mi osadía, mi inconsciente, a través de las tortura que le hago al pobre Carlitos. Va la tercera entrega.